viernes, 3 de octubre de 2008

RAPTO DE LAS SABINAS


La población de Roma era masculina. Para solucionarlo, Rómulo organizó unas pruebas deportivas en honor del dios Neptuno e invitó a los pueblos cercanos. Acudieron varios, pero los habitantes de la Sabinia fueron a Roma con sus mujeres e hijos y dirigidos por su rey. Comenzaron los juegos y al hacer una señal cada uno de los habitantes de Roma raptó a una mujer, echando después a los hombres. Los romanos convencieron a las mujeres de que sólo querían que fuesen sus esposas y que deberían de estar orgullosas por formar parte de un pueblo que había sido elegido por los dioses. Las sabinas pusieron una regla a la hora de contraer matrimonio: en el hogar solo se ocuparían del telar, sin ser obligadas a realizar otros trabajos domésticos, y gobernarían la casa. Los sabinos, enfadados por la traición y el rapto de sus mujeres, atacaron a los romanos, a los que acorralaron en el Capitolio. Contaron con la ayuda de Tarpeya, una sabina, que les dio su ayuda a cambio de sus brazaletes. Los sabinos aceptaron el trato, pero en vez de joyas le dieron sus escudos, con los que la hicieron morir aplastada. La zona donde murió recibió el nombre de Roca de Tarpeya, desde la que se arrojaba a las personas que habían traicionado. Cuando la batalla final iba a comenzar, las sabinas se interpusieron entre los combatientes para que dejasen de matarse porque si ganaban los romanos perdían a sus padres y hermanos, y si ganaban los sabinos perdían a sus maridos e hijos. Las sabinas les hicieron razonar y al final celebraron un banquete para festejar la reconciliación. El rey de Sabinia, Tito Tácio, y Rómulo formaron una diarquía en Roma hasta la muerte de Tito.


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